José Martínez de Sousa

 

DE JOSÉ MARTÍNEZ DE SOUSA

Pedro García Domínguez
Mogarraz, 2 de agosto del 2003

De José Martínez de Sousa oí hablar por primera vez, en 1973, a tres filólogos, dos de los cuales, han sido mis maestros: Eugenio Coseriu, Manuel Criado de Val y José Polo Polo, en la Escuela de Investigación Lingüística y Literaria de OFINES, para posgraduados, en el Instituto de Cultura Hispánica. Mencionaban su rigor y alababan la coherencia de sus razonamientos.

Desde ese día seguí con interés las publicaciones y la doctrina ortotipográfica de José Martínez de Sousa y me maravillaban su coherencia y su rigor, pero también su capacidad de trabajo. En mi mesa de trabajo siempre había varios libros suyos, para mí imprescindibles.

Tuvieron que pasar veinticinco años para que conociera en Salamanca a José Martínez de Sousa. Asistíamos al mismo congreso en la Universidad de Salamanca y después de una cena, alojados en el mismo hotel, nos quedamos charlando de gramática y de otras minucias afines hasta las tantas de la noche, bien avanzada. Acababa de conocer a Pepe Martínez de Sousa, un ser descomunal y entrañable. Cuando me quedé solo recordé un pensamiento de don Miguel de Unamuno que siempre me había inquietado: "La lógica no es, en el fondo, más que gramática. Y la filosofía es filología." Súbitamente, comprendí lo del "rigor" y la "coherencia" de los razonamientos de Pepe: eran producto de su pensamiento lógico y filológico. Un pensamiento deductivo, basado en la experiencia de su oficio durante muchos años y de una mente lógicamente bien ordenada, pues eso es una gramática: la descripción lógica y ordenada del funcionamiento de una lengua.

Lo que he dicho de la inmensa capacidad de trabajo de Pepe no lo entendí hasta que conocí a su fiel compañera y esposa: Pilar, que con motivo de un homenaje a Pepe, la "Pepealia", nos lo explicó, con un profundo sentimiento de orgullo y de leve queja en clave de ironía.

He gozado de ser cibercontertulio de Pepe en Apuntes y deleitado y aprendido con sus explicaciones. Explicaciones que en sí mismas son un método, pues de ellas se sigue una doctrina. Nada en Pepe es baldío, estéril ni hueco. Pepe solo habla de lo que sabe. Está escrito y permanece. Sé que hay quien piensa que no tiene mano izquierda, que "carece de cintura". Ese es su mérito: su integridad y su dignidad. Ante el error y el horror, Pepe, no se doblega, no dobla la cintura, como es costumbre en el protocolo español, ante alguien de mayor dignidad o autoridad; ni humilla la cerviz, lo que sería un germanismo o anglicismo protocolarios y cuando menos una impropiedad; si no, no sería coherente ni riguroso ni lógico y Pepe lo es y además se ha quemado las pestañas en este menester. Para un gramático, para un lingüista, para un filólogo, Pepe, es una necesidad; para un amigo es un lujo y una alegría.


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